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evolución de la tinta de impresión

14. La evolución de la tinta de impresión: un recorrido histórico que no te dejará seco

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14. La evolución de la tinta de impresión: un recorrido histórico que no te dejará seco
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En los albores de la humanidad, donde todo era más sencillo y quizás también un poco más pringoso, alguien tuvo la idea de decir: “¿Y por qué no dejamos huella de todo esto? Pero, a ver, que no me refiero a huellas dactilares, sino a escribir nuestras historias, nuestras experiencias”.

Y así, damas y caballeros, comenzó la glamurosa historia de la tinta que hoy, los historiadores de Quecartucho, van a explicar.

Orígenes de la tinta: de las cavernas al papel

Imagina que tu medio para relatar experiencias diarias fuese una pared de cueva y un trozo de carbón. Así comenzó todo, en una era donde el “piedra, papel o tijera” tenía un significado completamente diferente 😝.

Pero gracias a la evolución, nos encontramos aquí, con una historia rica en matices sobre la tinta que se extendió por siglos hasta alcanzar nuestras impresoras modernas (qué épico…).

Orígenes de la tinta de las cavernas al papel

En el 2450 a. C., los chinos, siempre liados con inventos, empezaron a fabricar los primeros tintes, utilizando una mezcla de hollín, cola y sustancias aromáticas que daban como resultado pequeños bloques sólidos, que se diluían en agua para obtener tinta. Empezaron con dos colores fundamentales: el rojo, obtenido del sulfato de mercurio, y el negro, proveniente de una mezcla de sulfuro de hierro y un barniz derivado del zumaque, una planta rica en taninos.

Y así empezó todo el lío…

La tinta a través de las civilizaciones

Pero a ver, que los chinos no se van a llevar todo el mérito, eh.

tinta china

En el Imperio romano se firmaban edictos con una tinta púrpura, derivada de las glándulas branquiales de un molusco llamado múrex.

Más adelante, durante la Edad Media, en lo que Colón iba camino a América, los escribas recurrieron a hollín mezclado con tinta de sepia o restos de vino y arcilla para crear una tinta roja que destacaba iniciales y fragmentos importantes en los documentos. Vamos, lo que vendría siendo el precursor del Bic rojo de toda la vida.

firma fernando de rojas con tinta roja

Y entonces llegó uno que la lió muy parda con la imprenta

Es fácil imaginarnos a Johann Gütenberg, padre de la imprenta moderna, sacándose de la manga la receta perfecta para una tinta indeleble para su innovador invento. Pero la verdad es que las cosas no fueron tan sencillas en el siglo XV. El camino hacia la tinta perfecta estaba pavimentado de creatividad y, admitámoslo, un poco de locura.

La imprenta Johann Gütenberg

Porque sí, necesitamos locura en esta vida, por eso en Quecartucho le ponemos a todo su dosis de ida de olla 🤯.

A lo que íbamos: Gütenberg y compañía se dieron cuenta de que necesitaban una tinta con más cuerpo, que se adhiriera firmemente a esos tipos metálicos que habían diseñado con tanto esfuerzo. Después de una buena cantidad de ensayo y error, encontraron la solución en una mezcla de aceite de linaza y hollín tamizado. Imagínate el panorama y lo perdido que lo pondrían todo, probando una y otra vez hasta dar con esa viscosidad perfecta, más propia de un postre de vanguardia que de un elemento para imprimir.

Y aunque parezca mentira, este método logró resistir el paso del tiempo, tanto que ha perdurado hasta los años sesenta del siglo XX en algunos rincones del mundo. Eso sí, las tintas de la era Gütenberg eran en negro. Para los colores hubo que esperar un poco más… y hacer algunos cambios.

Pero claro, como la demanda va creciendo y las imprentas no viven del aire, llegó un momento en que los pigmentos naturales tuvieron que dejar paso a los sintéticos. Y es que, por muy green que nos guste ser, mantener una producción basada en componentes naturales sería como intentar llenar una piscina olímpica con una taza de café. ¡Imposible!

Y no podemos dejar de mencionar una de las contribuciones más importantes al mundo de la tinta, una que nos permitió disfrutar de la lectura sin acabar con los dedos manchados. Fue en 1985 cuando el norteamericano Rodger L. Gamblin patentó una tinta que no mancha, lo que hizo que leer el periódico dejara de ser un deporte de riesgo para nuestra ropa.

Ahora que conoces todos estos datos tan interesantes, ¿a qué nunca vas a volver a sentirte igual cuando leas algo, ya sea El Quijote o el folleto de la pizzería de la esquina?

La tinta en el siglo XX: la era de imprimir como si no hubiera un mañana

La verdadera revolución de la tinta ocurrió en el siglo XX, acompañando el nacimiento de los ordenadores e impresoras, permitiendo que to quisqui pueda imprimir sus proyectos desde el confort de su casita u ofi.

Las tintas de impresión modernas son producto de una sofisticada combinación de barnices, pigmentos y aditivos (aquí ya no hay hollín ni pringue) que se seleccionan cuidadosamente según las características deseadas, como el brillo, la resistencia al roce y la temperatura. Este desarrollo continuo, vigilado por organismos como la UE, ha resultado en tintas más saludables, ecológicas y con bajos niveles de olores. Olé ahí.

Cartuchos compatibles: los héroes sin capa de la tinta

Hoy día, los cartuchos de tinta compatibles han surgido como los verdaderos héroes, salvándonos de los precios elevados impuestos por los monopolios de grandes marcas y contribuyendo con el medio ambiente a través de la reutilización.

Y para encontrar el cartucho perfecto, Quecartucho es tu aliado, ayudándote a descubrir que en la vida no solo hay negro, sino también magenta, cian y amarillo.

Ya lo ves, te proporcionamos cartuchos compatibles de calidad premium y encima, te culturizamos. ¿Se puede pedir algo más?

Soy Manuel Garrido y si tienes cualquier duda sobre impresión puedes preguntarme a través de este blog o desde nuestra página web.

Manuel Garrido

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