El horizonte con el que cuenta la impresión 3D es tremendamente positivo, especialmente para determinados sectores, como la cultura, la modal, la alimentación, la medicina o la salud. Los escasos límites que estos aparatos presentan hacen que prácticamente cualquiera de nosotros podamos diseñar e imprimir en tres dimensiones lo que deseemos. Sin embargo, y a pesar de que la solución ofrece buenas oportunidades a los emprendedores y empresas, a su vez pone en riesgo el panorama de las impresoras en general. De ahí que queramos analizar cinco de los peligros más significativos de estos nuevos inventos.
El primero de ellos está relacionado con el alto consumo de energía que este tipo de aparatos necesita. De hecho, según un reciente estudio de la Universidad de Loughborouga, para llevar a cabo la elaboración de un objeto de peso similar a estas impresoras se requieren hasta cien veces más de energía eléctrica que los aparatos de impresión a inyección de tinta. En este sentido, y siguiendo con los análisis relativos a la eficiencia energética de las impresoras 3D, otro estudio llevado a cabo por la institución MIT concluye que para consumir menos energía se ha de optar por las impresoras 3D de menor tamaño, a pesar de que las mismas no puedan competir en el sector industrial.
El segundo límite se encuentra en el alto nivel contaminante que desprenden estos aparatos. Así, los materiales más utilizados por las impresoras de estas características son el PLA y el ABS, plásticos estables adaptados a los extrusores. Así, según las investigaciones del Instituto de Tecnología de Illinois, cuando las impresoras trabajan con tales materiales se emiten hasta veinte mil millones de micropartículas de él por minuto, las cuales llegan a los pulmones y riego sanguíneo, suponiendo un peligro para la salud.
Como tercer límite destaca la dependencia de las impresoras 3D a los materiales plásticos, especialmente los filamentos de ABS, que como hemos dicho son altamente contaminantes, así como de productos no biodegradables. Es el caso de los metales, como el aluminio, el acero o el titanio, y productos cerámicos, madera y derivados de esta.
En cuarto lugar destacan la controversia surgida por los derechos de propiedad y las patentes, pues son muchos los sectores industriales que tienen miedo al desarrollo de objetos protegidos con patentes, pues el desarrollo de las mismas potenciará a los creadores, eliminando muchos actores de la cadena de valor y distribución.
Finalmente, las impresoras 3D cuentan con un vacío legal relacionado con la impresión de armas. De hecho, según el diario The Libertator, la primera pistola realizada con este tipo de impresión movió a la reflexión a los gobiernos en torno al descontrol que ello podía suponer, dado su nivel fácil de fabricación y su mayor capacidad de saltar detectores de metales y escáners.
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