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El 85% de los jóvenes ya compra marca blanca

El 85% de los jóvenes ya compra marca blanca

Azorados por las turbulencias griegas, este verano ha sido un periodo de tiempo en el que a los usuarios se les ha presentado, de nuevo, el fantasma de la crisis económica. Un periodo de tiempo del que, sin embargo, se han extraído una serie de conclusiones. Entre ellas destaca la idea de que ante menor capacidad de consumo y poder adquisitivo, los usuarios han optado por comprar los productos y servicios procedentes de los fabricantes genéricos o también llamados marca blanca.

Es lo que se desprende de las opiniones de los expertos pero, a su vez, de los distintos estudios que se llevan a cabo en la actualidad, los cuales no se basan únicamente en las percepciones de los usuarios españoles, sino del conjunto de los consumidores globales. Así, la compañía Affinitas acaba de llevar a cabo un estudio de mercado sobre las tendencias de los consumidores en esta línea.

Del mismo se concluye que la guía de los hábitos de consumo en los últimos años halla su principal punto de partida en el cambio de comportamiento de estos en torno a la utilización de marcas originales y compañías que producen objetos de consumo de las denominadas marcas blancas. De hecho, en algunos importantes mercados, como es el caso del estadounidense, este tipo de productos supone ya más de un billón de dólares anuales de facturación.

Una tendencia que, no obstante, no se puede circunscribir únicamente al ámbito norteamericano. Y es que en España esta industria también se ha materializado, especialmente a raíz de la crisis económica que derivó del estallido de la burbuja inmobiliaria. Así, a día de hoy, según esta investigación, el 85% de los consumidores menores de 40 años ya hace sus compras basándose en estas marcas.

Lo mismo sucede con un 65% de las familias. Y es que numerosas o no, los grupos familiares han optado por poner al mal tiempo buena cara y realizar sus consumiciones a través de esta vía. Una tendencia que se hace extensible a otros países de Europa, tales como Francia y Reino Unido, desarrollan resultados similares, lo que constata un cambio de hábitos mundial.

Pero, ¿El auge de la marca blanca se nota en los distintos sectores por igual o algunas áreas representan una mayor incidencia de esta tipología de productos? Lo cierto es que las áreas relacionadas con la alimentación y la papelería son en las que las marcas tienen una mayor incidencia en este sentido.El 85% de los jóvenes ya compra marca blanca

Esta “hegemonía” está motivada, principalmente, por la diferencia de precios entre los distintos productos. Así, puede llegar a registrarse hasta un 66% de distancia entre el precio de la marca blanca y los precios de las marcas originales. Una diferencia de precio que sin embargo no se aprecia en la calidad de los productos, siendo la calidad de las marcas blanca otro de los aspectos fundamentales de su éxito y penetración entre los usuarios.

En este sentido el mercado, que cada vez es más homogéneo, ha hecho que sean cada vez más los consumidores que establecen el precio como su principal prioridad a la hora de comprar. Un indicador por el que los consumidores se están liberando de la dependencia que hasta hace años venían arrastrando con respecto a las marcas tradicionales.

El caso de cartuchos de tinta y toner de impresión

Un caso similar es el que se produce en el ámbito de los productos relacionados con los cartuchos de tinta y tóner de las impresoras. Así, el “poder” de las marcas tradicionales está cambiando en pos de un auge cada vez mayor de los fabricantes de cartuchos reciclables.

Este movimiento es consecuencia, fundamentalmente, del aumento de la demanda de los consumidores, quienes no disimulan a la hora de ver en el precio de estos productos un atractivo, al que añaden la calidad de las impresiones y la garantía de los proveedores.

Tendencia, por último, que está permitiendo ganar terreno a las marcas blancas, proyectando una imagen más favorable, la cual se prolongará durante los próximos años. Sobre todo si se tiene en cuenta que los consumidores han constatado que la reducción de los precios no indica, necesariamente, una reducción de la calidad de los productos.

Manuel Garrido

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