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Conociendo ¿Cómo funcionan las impresoras?
A veces no nos damos cuenta de cuánto hemos avanzado en los últimos años. Si le dijéramos a vecinos de hace tan solo 100 años que podríamos hablar por la calle con alguien de Argentina con un aparato que cabe en el bolsillo nos tildarían de locos (y probablemente nos tirarían piedras, costumbre que aún no ha desaparecido del todo). Los operadores de la NASA que alunizaron a los primeros hombres alucinarían al enterarse de que podemos disponer de miles de veces la capacidad de sus ordenadores de antaño en un simple reloj. Gutenberg se sentiría emocionado si pudiera ver que hoy día podemos tener una fotografía a todo color impresa en pocos segundos.
Y es que muchas veces no nos planteamos cómo funcionan las cosas mundanas que hacen que nuestra vida sea más sencilla. Como las impresoras, porque ¿una impresora como funciona?
Bien, lo primero que nos tenemos que preguntar es: ¿qué tipo de impresora? Como es lógico, no funciona de la misma manera una impresora láser que una de inyección de tinta, una matricial o una de sublimación. Pero dejemos las antiguallas y las impresoras menos comunes y centrémonos en las que usa la mayor parte de la gente: la impresora de chorro de tinta (o impresora inkjet) y impresora la láser.
Cómo funcionan las impresoras de chorro de tinta
El primer paso, como el lógico, no se da en la propia impresora sino en el ordenador o dispositivo que tiene el documento o fotografía a imprimir. Este dispositivo tiene los drivers necesarios para comunicarse con la impresora e indicarle qué es exactamente lo que se ha de imprimir en un código que el firmware de la impresora es capaz de “traducir”.
Una vez la impresora ha recibido estos datos (dependiendo de cómo de antigua o moderna sea la impresora los recibirá mediante el puerto de impresora, mediante conexión USB o directamente a través de la red mediante wifi o cable ethernet) los almacena en una memoria RAM integrada en la propia impresora. Estos tipos de memoria RAM (Random Access Memory) aunque de poca capacidad son muy rápidas, por lo que para estos trabajos de impresión nos vienen de fábula. En cualquier caso las memorias de hoy día superan por mucho la capacidad necesaria que van a necesitar nuestras impresiones, por lo que estas memorias tienden más a parecerse a memorias caché: aún menos capacidad, más caras y mucho más rápidas, pero nuevamente para imprimir la capacidad que poseen nos da de sobra.
Una vez la impresora ha recibido los datos a imprimir realiza una serie de comprobaciones previas a la impresión. Se comprueba que haya papel cargado en alguna de las bandejas de entrada, que el formato se corresponda con el elegido y que no haya ningún atasco previo. También se realizan comprobaciones sobre el estado de los cartuchos de tinta, si existe suficiente tinta en los mismos y si hay cualquier clase de problemas en los cabezales de impresión. En este punto también se realizan infinidad de otras comprobaciones que no vemos directamente (estado del depósito de vaciado de tinta, si existe un sobrecalentamiento en la impresora, si los carros que mueven los cabezales se encuentran en la posición correcta, etc.). Aunque alguna de estas comprobaciones parece diseñada únicamente para fastidiarnos —¿por qué no me dejará imprimir en blanco y negro si la única tinta que me falta es la cian?— la mayor parte de ellas son vitales para no encontrarnos con problemas mientras estamos imprimiendo.
En este punto la impresora se encuentra preparada para imprimir (o nos ha sacado un bonito mensaje de error que ha parado el proceso). Comienza la carga de papel mediante los rodillos de tracción, y suponiendo que no haya otro tipo de errores (carga de más de una hoja, atascos varios…) los inyectores de tinta se sitúan sobre el inicio de la sección a imprimir. Estos inyectores emiten unos puntos de tinta de tamaño microscópico que acaban coloreando el papel en forma de píxeles, cada uno de uno de los colores de los que dispone la impresora. Al igual que sucede con las pantallas, la unión de todos estos puntos hace que se forme la imagen o texto que finalmente veremos. Con la unión de amarillo, cian, magenta y negro se pueden formar los millones de colores que formarán finalmente el documento impreso. Dependiendo del tamaño de estos “píxeles” y del número de ellos que existan por pulgada la impresión final tendrá mayor o menor calidad (o resolución).
Método térmico.
Cabe destacar aquí que en las impresoras inkjet existen dos maneras de hacer que esta pequeña marca de tinta pase al papel. Mediante el método térmico la impresora genera durante unas pocas milésimas de segundo un aumento enorme de temperatura (del orden de unos 500 grados) en una pequeña cámara que hace que una cantidad minúscula de la tinta existente en ellos se evapore de forma inmediata, consiguiendo de esta manera pasar por los inyectores e impregnando el papel en el área adyacente. El propio vacío generado tras la evaporación de la gota de tinta hará que una nueva gota de tinta (líquida) ocupe el lugar en el que previamente se encontraba la anterior.
Este procedimiento presenta un ligero inconveniente: la continua generación de calor acaba afectando a los inyectores más que a un esquimal trabajando en una forja y acaban por dejar de funcionar. Es por esto que los inyectores se encuentran en los propios cartuchos —desechables— en vez de en la impresora. Como ejemplo, las impresoras HP, son las que utilizan de manera primordial este método.
Método piezoeléctrico.
El otro método es el piezoeléctrico, llamado de esta manera puesto que el inyector está formado por una pequeña parte piezoeléctrica que cuando recibe un determinado voltaje cambia de forma de manera brusca logrando de esta manera aumentar la presión en el cabezal encargado de suministrar la tinta. Dicha presión hace que la tinta pase al papel. Este método es más rápido que el anterior, y además se puede controlar mejor el tamaño de la tinta que pasa al papel por lo que la calidad puede acabar siendo superior. Como marca líder que utiliza este tipo de impresión tenemos a Epson.
Cómo funcionan la impresoras láser
En el caso de las impresoras láser casi todo el proceso es idéntico a las inket (envío de información, controles, ajuste del papel…) excepto, por supuesto, el propio sistema de impresión sobre el papel. Estas impresoras tienen dos dispositivos fundamentales: un tambor que se puede cargar eléctricamente y un tóner cargado con un polvo fino denominado comúnmente tinta seca. Mediante un haz de láser se ioniza el tambor, que queda cargado con electricidad estática en aquellas zonas en las que se desea imprimir. Al girar el tambor sobre el tóner, atrae el polvo gracias a la electricidad estática y este queda “pegado” al tambor.
En un paso posterior este polvo se transfiere del tambor a la hoja de papel. Si en este punto cogiéramos la hoja y sopláramos levemente encima obtendríamos una bonita nieve negra y la consecuente bronca de nuestra amada madre/esposa/marido/mascota, ya que el polvo aún no se ha adherido de manera firme a la hoja. Para conseguir esto se utiliza la combinación de presión y calor aplicado mediante una lámpara halógena, de tal manera que el polvo finalmente se funde en tinta y esta queda fijada de manera definitiva a la hoja. Si en vez de una impresora láser monocromo disponemos de una a color, se hará el mismo proceso con los 4 tóneres correspondientes a cada color.
Algunos dispositivos han cambiado la lámpara halógena por un fusor instantáneo basado en un calentador cerámico. Es más rápido, más silencioso y consume menos, pero el desembolso inicial también es superior.
Después de este «impresora como funciona» ya sabes el funcionamiento interno de una impresora, algo que ha pasado casi sin darnos cuenta a formar parte de nuestra vida diaria y que esconde en sus mecánicas tripas años y años de avances tecnológicos. ¡Si Gutenberg levantara la cabeza…!
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Gran artículo. Ameno y con información de interés, como a mi me gustan. Igual habría incluido en una categoría aparte las estampadoras textiles pero claro, eso ya no son impresoras como tales…
Seguid así.